Mi querido amigo,
Si has padecido cistitis en el pasado, es probable que, para colmo, también hayas sufrido dolor de espalda. 😥
¡No hay nada extraño en ello!
Sin embargo, nunca hay que subestimar este síntoma, ya que podría ser un signo de infecciones más graves.
Supongo que te estarás preguntando cuáles, ¿verdad?
En este artículo profundizaremos juntos en ello, porque, recuerda, no estás solo. ❤
Cuando un órgano funciona mal, puede provocar una serie de síntomas específicos, pero también una serie de reflejos dolorosos, contracciones musculares y, de hecho, dolor de espalda.
En el caso concreto de la vejiga, su disfunción puede provocar dolor lumbar debido a la obstrucción de la tercera vértebra lumbar, lo que también facilitará la aparición de problemas en el tríceps sural o en los músculos de la pantorrilla. Esto provoca una especie de reacción en cadena, que puede dar lugar a trastornos como tendinopatía o tendinitis de Aquiles, acompañados de síntomas vesicales como cistitis o infección urinaria.
Pero entremos en detalle y comprendamos por qué las personas con cistitis pueden sufrir también dolor de espalda.
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El dolor de espalda es, por desgracia, uno de los dolores más frecuentes en la población adulta.
Esto se debe a diversas causas, como una mala postura, nuestro sistema muscular, afecciones relacionadas con los huesos o los nervios de la zona posterior del tronco.
El hecho de que el dolor de espalda se localice con mayor frecuencia en la región lumbar puede hacer sospechar que, en realidad, este trastorno está relacionado con otro dolor producido en la zona: el de los riñones.
Sin embargo, la localización exacta del dolor y su intensidad pueden ayudarnos a distinguir el dolor de espalda de un problema más grave.
Si, por ejemplo, se siente dolor en los riñones, lo más probable es que se deba a una infección del propio órgano o a la presencia de un cálculo en los conductos que lo atraviesan.
Si el dolor lo genera un solo riñón, procederá específicamente de la zona lateral y normalmente sólo de un lado, aunque es posible que se produzca en ambos lados.
Este tipo de molestia suele ser sorda y aguda y tiende a no empeorar con el movimiento, sino que permanece constante.
Pero vayamos al meollo de la cuestión: ¿qué tiene que ver esto con la cistitis?
Como he mencionado en el párrafo anterior, hay casos en los que existe una estrecha relación entre el dolor de espalda y algún tipo de daño en el aparato urinario. De hecho, cuando un órgano no funciona correctamente, pueden aparecer una serie de síntomas dolorosos, como contracturas musculares o dolor de espalda.
De momento, nada extraño.
A muchas mujeres les ocurre que sufren dolor de espalda durante la cistitis: sin embargo, esto no significa que haya que ignorar este síntoma, al contrario. En algunos casos, el dolor de espalda es una especie de alarma de otros trastornos que van mucho más allá de la cistitis.
La situación cambia si el dolor de espalda va acompañado de síntomas:
En este caso podríamos sospechar una posible infección renal, ya que lo que acabo de enumerar son algunos de los primeros signos.
Así que si te encuentras en esta situación, mi consejo más desapasionado es que te pongas en contacto con tu médico inmediatamente.
El mismo consejo se aplica si:
En este último caso, puede ser que el tratamiento que te han prescrito sea inadecuado: ten en cuenta que los antibióticos pueden, sí, calmar la infección, pero también afectan a la flora bacteriana porque matan parte de las bacterias «buenas«.
Además, a menudo ocurre que las bacterias malas desarrollan una especie de resistencia al fármaco y reaparecen «más armadas» que antes. 😨
Por eso muchas mujeres deciden probar una cura alternativa y natural como la D-manosa.
Espera, ¿el hombre D qué?
Es un monosacárido de origen vegetal que impide que las bacterias se adhieran a la pared de la vejiga, de modo que se excretan de forma natural durante la micción.
Así que si te he intrigado y quieres saber más, recuerda que siempre puedes escribirme. 🥰 Como alternativa, te sugiero nuestro cuestionario«Encuentra tu camino«, una herramienta que te ayuda a conocer la mejor solución para cada persona y, en consecuencia, una buena forma de personalizar tu terapia.
Te abrazo fuertemente,
Lorenza
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