Estimado lector, Sabemos muy bien que las mujeres son más propensas a desarrollar cistitis que los hombres, debido a diferencias anatómicas que, por desgracia, no podemos remediar. Parece que el riesgo de cistitis puede aumentar aún más en las mujeres durante y después de la menopausia. Descubramos juntos qué elementos de la menopausia aumentan esta probabilidad y todo lo que se puede hacer para limitar las molestias.
Causas de la cistitis en la menopausia
CAUSAS DE LA PERIMENOPAUSIA
La perimenopausia es el periodo anterior a la menopausia. Puede durar unos años o unos meses y se caracteriza por cambios de humor, primeros sofocos e irregularidades menstruales. Mientras que para algunas mujeres los síntomas son leves, para otras es un periodo muy crítico. Pero, ¿qué tiene que ver la perimenopausia con la cistitis? ¿Por qué aumenta el riesgo de cistitis en este momento de la vida de la mujer?
Fluctuación de los niveles de estrógeno Durante esta fase, el nivel de estrógeno, la principal hormona femenina, fluctúa y provoca el desarrollo de los síntomas típicos de la perimenopausia. El cuerpo de la mujer está lleno de receptores de estrógeno, incluido el tracto urinario. A medida que los niveles de estrógeno disminuyen gradualmente, la función y la estructura del tracto urinario pueden cambiar y volverse más susceptibles de desarrollar infecciones.
Cambios físicos Una serie de cambios físicos pueden hacer que una mujer sea más vulnerable a la cistitis y a las infecciones del tracto urinario. A medida que envejecemos, la estructura de la vagina y las zonas circundantes pueden cambiar. Estos cambios pueden afectar directamente a la estructura de la vagina (el prolapso -debilitamiento de las paredes vaginales- es muy frecuente), pero también a la vejiga. Entre las consecuencias está el desarrollo del fenómeno de la incontinencia, que aumenta el riesgo de infecciones. La atrofia vaginal o la sequedad vaginal son otros cambios importantes y factores que contribuyen a las infecciones urinarias recurrentes.
Cambios en la vida sexual Con las subidas hormonales, las emociones y el deseo sexual suben y bajan. Además, debido a los cambios físicos asociados a la menopausia, la vida sexual de una mujer cambia inevitablemente (¡a veces para mejor!). A menudo, la caída de los estrógenos puede significar sequedad vaginal y sensibilización de ciertas zonas. En las relaciones sexuales, estos cambios se traducen en el riesgo de microlesiones o microtraumatismos mecánicos que favorecen el ascenso de patógenos a la vejiga.
CAUSAS POSMENOPÁUSICAS
Aunque los síntomas generales de la menopausia tienden a remitir uno o dos años después del último ciclo menstrual (es decir, cuando comienza la posmenopausia), las investigaciones científicas afirman que los síntomas urogenitales pueden persistir a veces durante varios años. Pero, ¿qué lleva a la prolongación de estos inconvenientes?
Las consecuencias de la sequedad vaginal Muchas mujeres experimentan la reacción de la sequedad vaginal durante la menopausia, pero este problema puede persistir durante mucho más tiempo, ya que los niveles de estrógeno siguen siendo casi nulos incluso en la posmenopausia. Si esta situación no se controla adecuadamente, también puede producirse una atrofia vaginal. A medida que las paredes vaginales se vuelven más finas, se vuelven más delicadas y susceptibles de sufrir daños y las consiguientes infecciones. Además de aumentar las molestias, la atrofia vaginal puede ser un motivo de cistitis recurrente.
Cambios en el pH vaginal A medida que disminuyen los niveles de estrógeno, se produce un cambio inevitable en el pH vaginal. Normalmente, el equilibrio del pH vaginal favorece el proceso de repulsión de las bacterias patógenas. Cuando este equilibrio se rompe, las bacterias «malas» pueden multiplicarse y propagarse, aumentando las posibilidades de infección.
Los efectos de los malos hábitos Tras pasar por la menopausia, llega la jubilación y tendemos a ser un poco más sedentarios. Algunos hábitos o rutinas incorrectas comienzan a arraigarse en nuestra vida, lo que provoca efectos desagradables en la salud de la vejiga. Empiezas a beber menos agua, a preferir los alimentos dulces o a aumentar el consumo de bebidas con cafeína, comportamientos que te predisponen más a desarrollar una cistitis.
Debilitamiento de las defensas inmunitarias El debilitamiento de las defensas inmunitarias en la posmenopausia se produce tanto a nivel sistémico como local. Por lo tanto, podemos entender fácilmente cómo se debilitan las defensas inmunitarias en la vagina y la vejiga, dejando más oportunidades para que las bacterias patógenas se muevan y se reproduzcan.
Presencia de otras patologías Al igual que cambia el estilo y los hábitos alimentarios, el estado de salud también puede sufrir cambios con la consiguiente aparición de ciertos problemas que, entre otras cosas, complican la situación a nivel urogenital. Algunos ejemplos más comunes son: – Prolapso vaginal Se trata de un cambio en la estructura del interior y los alrededores de la vagina que aumenta el riesgo de cistitis. Además, si la vagina o las estructuras adyacentes afectan negativamente al vaciado de la vejiga, la orina estancada se convierte en el caldo de cultivo perfecto para las bacterias. La presión en esta zona puede empeorar en presencia de un exceso de grasa, otro problema común a medida que envejecemos. – Problemas de movilidad Los problemas musculares y articulares, aunque no están directamente relacionados con la aparición de la cistitis, pueden considerarse factores predisponentes. En primer lugar, los músculos del suelo pélvico juegan su papel si su estado no es el ideal (contracción o debilitamiento). Con la tendencia a la disminución de la actividad motora, típica de esta fase de la vida, también se reducen los hábitos saludables como comer bien, beber lo suficiente e ir al baño: todos esos comportamientos fundamentales que, por triviales que parezcan, no deben subestimarse cuando se trata del riesgo de cistitis.
Estreñimiento Todos los cambios en el estilo de vida que hemos mencionado anteriormente también tienen consecuencias negativas en el bienestar intestinal. El sedentarismo y la mala hidratación son los ingredientes perfectos para el desarrollo del estreñimiento. El estancamiento de las heces en la ampolla rectal aumenta la probabilidad de que los patógenos pasen del ano a la uretra y su posible retorno a la vejiga, donde causarán inflamación y, por tanto, cistitis.
Cistitis en la menopausia: tratamiento y prevención
¡Aquí vamos! Ahora que conocemos todos los factores que predisponen a una mujer a padecer cistitis, antes y después de la menopausia, pasemos a los consejos prácticos para prevenirla o tratarla.
Tomar D-Manosa
La D-Manosa es un ingrediente natural útil para el tratamiento o la prevención de la cistitis bacteriana. La D-Manosa es capaz de desactivar las bacterias patógenas presentes en la vejiga y causantes de la cistitis, sin crear resistencia por parte de las propias bacterias. Esto significa que el uso prolongado de la D-manosa no provoca su pérdida gradual de eficacia. Para saber más sobre cómo funciona la D-Manosa y todos sus beneficios para la cistitis, escribimos Cistitis y D-Manosa. Para un tratamiento completo de la cistitis bacteriana de la menopausia, evalúe el kit de cistitis bacteriana.
Refuerza las defensas de la vejiga
La reducción fisiológica de las defensas inmunitarias en la vejiga, que caracteriza este periodo de la vida de la mujer, puede contrarrestarse mediante la ingesta de ingredientes destinados a reforzar estas defensas. Entre los ingredientes destacables, mencionaré los glicosaminoglicanos: se trata de largas cadenas de ingredientes (principalmente azúcares) que son capaces de reparar y reforzar las paredes de la vejiga.
Resolver el estreñimiento
Enriquezca su dieta con fibra y líquidos, aumente la actividad física y, si es necesario, tome suplementos dietéticos basados en probióticos.
Cambia tu dieta
Ponte como objetivo comer alimentos frescos y menos procesados en la medida de lo posible. Destierre los alimentos cargados de azúcar de su mesa, beba mucha agua y evite el exceso de cafeína para optimizar los niveles de azúcar en sangre y favorecer su sistema inmunitario.
Gestionar el estrés
El estrés puede tener consecuencias «sorprendentes» en la probabilidad de aparición de la cistitis. De hecho, el estrés tiene efectos perjudiciales para el sistema inmunitario.
Tener más movimiento
El movimiento te ayudará a mantener sanos tus músculos y articulaciones. Ir al baño con regularidad, siempre que sientas la necesidad, te ayudará a vaciar la vejiga con regularidad y a mantener ejercitados los músculos del suelo pélvico y sus alrededores.
Un abrazo,
Resumen
En este artículo, hemos comprendido cuáles son los factores que más predisponen a una mujer al riesgo de cistitis, antes y después de la menopausia.
Los factores predisponentes incluyen:
Cambios hormonales, especialmente la caída de los niveles de estrógeno
Cambios físicos, como el adelgazamiento de los tejidos del tracto urogenital y la reducción del flujo vaginal
Cambios en el pH vaginal, que alteran el equilibrio entre las bacterias buenas y malas
La tendencia a reducir la actividad motora y a beber menos, lo que provoca el desarrollo del estreñimiento y el debilitamiento de los músculos, incluso a nivel urogenital.
La cistitis antes y después de la menopausia puede:
Ser tratado o dificultado con el uso de D-Manosa y otros ingredientes clave como los GAGs
Ser obstaculizado por comenzar con un estilo de vida saludable y el movimiento regular
Se debe apoyar adecuadamente el sistema inmunológico, que tiende a debilitarse en esta etapa.