La cistitis intersticial es una enfermedad que no tiene nada que ver con la típica cistitis bacteriana.
Empezando por los factores desencadenantes y terminando por los métodos de tratamiento, vamos a descubrir juntos qué es el llamado síndrome de la vejiga dolorosa.
La cistitis intersticial es una enfermedad crónica que implica presión y dolor en la vejiga, de intensidad variable. La vejiga de una persona que padece cistitis intersticial, 9 de cada 10 mujeres, envía señales falsas al cerebro haciéndole percibir la necesidad de orinar incluso cuando la vejiga está vacía o la cantidad de orina es insignificante. A menudo, esto se ve agravado por un estado perpetuamente inflamado e irritado de las paredes de la vejiga y, en los casos más graves, por la rigidez y el deterioro de las mismas.
Causas de la cistitis intersticial
La causa definitiva y sin duda atribuible de la cistitis intersticial no existe. Sin embargo, podemos afirmar con certeza que no es el resultado del desarrollo de infecciones resultantes de la invasión de patógenos, como en la cistitis bacteriana.
El 70% de los pacientes con cistitis intersticial tienen defectos en el epitelio, la capa interna protectora de la vejiga. Normalmente se utiliza para proteger la vejiga de las toxinas contenidas en la orina, pero en condiciones anormales el epitelio es incapaz de evitar que las sustancias tóxicas causen irritación en las paredes de la vejiga.
Otros factores, que aún no tienen cierta relevancia científica, pueden ser las reacciones autoinmunes, la herencia genética, las infecciones o las alergias.
Los factores asociados a un mayor riesgo de padecer cistitis intersticial son
Género y edad. Las mujeres son víctimas de la cistitis intersticial con más frecuencia que los hombres. Además, la cistitis intersticial aparece alrededor de los treinta años o más.
Trastorno de dolor crónico. La cistitis intersticial puede asociarse a otros trastornos asociados al dolor, como el síndrome del intestino irritable o la fibromialgia.
Síntomas de la cistitis intersticial
Los síntomas de la cistitis intersticial varían de una persona a otra y también pueden cambiar con el tiempo en respuesta a situaciones desencadenantes como el ciclo menstrual, el sedentarismo, el estrés, la actividad física o la actividad sexual.
Los síntomas de la cistitis intersticial son:
Dolor en la pelvis o entre la vagina/escroto y el ano
Necesidad incontrolable y persistente de orinar
Micción frecuente, a menudo en pequeñas cantidades, durante el día y la noche (hasta 60 veces en 24 horas)
Molestia o dolor al llenar la vejiga
Dolor en el coito
Remedios para la cistitis intersticial
Dado que se desconocen las causas de la cistitis intersticial, los tratamientos actuales se centran en aliviar los desagradables síntomas.
Se pueden combinar, por ejemplo, dos o más de estas prácticas, según el caso concreto:
La dieta. Hay que evitar el alcohol, la comida picante y ácida, el chocolate, la cafeína, los cítricos, los edulcorantes artificiales y los tomates. En general, todo lo que se considera un alimento irritante.
Reducir la inflamación. Mediante la administración de analgésicos/antiinflamatorios clásicos o de ingredientes naturales como la quercetina o el MSM (un compuesto orgánico con propiedades antiinflamatorias y curativas).
Evitar una mayor inflamación de la vejiga. Para evitar que las infecciones, como la cistitis bacteriana, empeoren la situación, es importante tomar medidas preventivas mediante el uso de d-manosa, un ingrediente natural que transporta cualquier bacteria patógena presente fuera de la vejiga.
Reparar el epitelio. Mediante la ingesta de GAGs (ácido hialurónico, glucosamina y condroitina).
Instilaciones de vejiga. Con la instilación vesical, un catéter llena la vejiga con una solución médica. Este último se mantiene en la vejiga durante 15 minutos y luego se transporta de nuevo fuera de la vejiga. Este tratamiento debe repetirse cada semana, durante 6-8 semanas consecutivas, y luego según sea necesario.
Un suplemento dietético que combina los glicosaminoglicanos con el MSM, la quercetina y la d-manosa descritos anteriormente es el Dimann Daily.
Otras estrategias contra la cistitis intersticial
A veces puede necesitar remedios más fuertes para poder apagar o, al menos, mantener a raya el dolor.
Deja de fumar. Muchas personas que son víctimas de la cistitis intersticial notan cómo el hábito de fumar puede empeorar el dolor.
Rehabilitación de la vejiga. Si la urgencia y la frecuencia de la micción no dan tregua, puedes intentar acostumbrar la vejiga para que pueda contener una mayor cantidad de orina durante más tiempo. Esto puede hacerse, por ejemplo, obligándose a ir al baño en momentos concretos. Después de un tiempo de empezar esta práctica, puedes alargar los intervalos de tiempo entre las micciones. Esta estrategia es aún más eficaz si se acompaña de sesiones de fisioterapia.
Fisioterapia y biorretroalimentación. La cistitis intersticial suele provocar espasmos dolorosos en los músculos del suelo pélvico. Tu fisioterapeuta puede enseñarte ejercicios que te ayudarán a fortalecer y relajar los músculos del suelo pélvico al mismo tiempo.
Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea. Hay una máquina especial que emite suaves impulsos a la vejiga. Bajo la supervisión de un fisioterapeuta, se puede actuar sobre el dolor de la cistitis intersticial mediante el uso diario de esta técnica.
Terapias de relajación. La reducción del estrés, la hipnoterapia y la acupuntura han demostrado tener un papel importante en algunos sujetos.
Este artículo no es más que una breve introducción al tema de la cistitis intersticial. En este caso, como nunca antes, no hay atajos contra este tipo de cistitis: ¡contar con un especialista que nos siga en el tiempo se hace imprescindible!
Te abrazo,
Resumen
En este artículo, aprendimos que la cistitis intersticial:
no está relacionado con la presencia de infección/bacterias en la vejiga
es una enfermedad crónica que implica dolor y presión en la vejiga
se caracteriza por una inflamación perenne de las paredes de la vejiga
no puede vincularse a una causa específica
puede aliviarse mediante cambios en ciertos hábitos dietéticos y no dietéticos, mediante técnicas de relajación muscular y mediante una serie de procedimientos diseñados para reducir el dolor y la inflamación de la vejiga.